Discurso del Licenciado Lizardo Arturo Sosa López, Presidente del Banco de Guatemala y de la Junta Monetaria con motivo de la entrada en vigencia de las leyes de reforma del sistema financiero de Guatemala
Señor Presidente de la República
Señor Vicepresidente
Señor Diputado, Presidente del Honorable Congreso de la República
Señores diputados
Señores miembros del cuerpo diplomático
Señores Ministros de estado
Señores Rectores y personal docente de las diversas universidades
Señores representantes de los medios de comunicación
Señoras y señores
El día de mañana, 1º. de junio, por decisión soberana del honorable Congreso, cobrarán vigencia las cuatro leyes que completan el marco jurídico fundamental de la reforma financiera, a las que se suman las leyes de Libre Negociación de Divisas y de Lavado de Dinero u otros Activos y que conjuntamente integran la reforma del marco jurídico que regirá los asuntos monetarios y financieros a partir de las cero horas del día de mañana.
Vale la pena señalar que esta reforma, por su amplitud y profundidad comenzará a conocerse como la tercera reforma monetaria y financiera, después de las realizadas en 1926, y 1946, bajo los regímenes de los presidentes José María Orellana y Juan José Arévalo Bermejo, respectivamente, por lo que respetuosamente les sugiero dar lectura a la contribución escrita por el licenciado Mario Alberto García Lara sobre “Antecedentes, elaboración y espíritu de la nueva Ley Orgánica del Banco de Guatemala” que se entregará a ustedes el día de hoy.
Es oportuno pues, hacer algunas consideraciones sobre el momento histórico y la naturaleza e importancia de esta reforma.
Respecto al momento histórico, somos testigos privilegiados de los enormes cambios que se están dando en la economía mundial. En los últimos treinta años estos cambios han sido sólo comparables a los ocurridos durante la Revolución Industrial del siglo diecinueve.
La nueva revolución tecnológica, conocida como globalización, tiene sus raíces en innovaciones que han propiciado una mayor interdependencia e interrelación entre los países y ha redundado en menores costos de comunicación y de transporte. Además, el proceso descrito se ha visto reforzado por la liberalización, desregulación y apertura de la mayoría de las economías del mundo.
La globalización presenta oportunidades y, por ende, responsabilidades para los gestores de la política económica. En efecto, debido a que la nueva estructura económica global se sustenta en los pilares de la eficiencia, competitividad y productividad, tenemos la opción de extraer grandes beneficios de ella para elevar el nivel de vida de nuestra población; sin embargo, también tenemos la obligación de efectuar cambios estructurales que faciliten y promuevan el crecimiento y desarrollo económico de nuestro país.
La promoción de un crecimiento económico sano y sostenido debe estar apuntalado por reformas estructurales profundas, entre las que destaca el fortalecimiento del sistema financiero nacional, ya que este es el canal por el cual fluyen los recursos para financiar la inversión productiva.
Respecto a la naturaleza e importancia de la reforma, la nueva arquitectura financiera internacional ha propiciado un aumento considerable en la competencia de mercado y ha incentivado a los intermediarios financieros a desarrollar nuevas estrategias que les faciliten la explotación de economías de escala y de alcance. Esto ha motivado el aparecimiento de nuevas modalidades de intermediación financiera; los bancos han estado expandiendo sus operaciones en forma diversa, ya sea asumiendo el papel de banca universal o bien conformando conglomerados financieros, todo lo cual requiere de una normativa que se adapte a esas condiciones. En ese sentido, la nueva Ley de Bancos y Grupos Financieros dará el sustento legal requerido para que la banca nacional opere en forma eficiente y certera en un ambiente de globalización.
Por otra parte, el nuevo ambiente de globalización ha generado un aumento, tanto en los flujos de capitales, como en una gran variedad de innovaciones financieras, materializada en más y diversos productos financieros que, al tiempo que proveen a los bancos de mayores oportunidades de negocios, también los expone a problemas como el riesgo moral, el riesgo sistémico, la información asimétrica y crisis de contagio, los cuales deben ser prevenidos oportunamente mediante métodos adecuados de supervisión, lo que evidencia la importancia de la nueva Ley de Supervisión Financiera, que constituye el marco jurídico necesario para garantizar la estabilidad y eficiencia del “quehacer” financiero en el país.
Cabe recalcar que la desregulación y liberalización de la economía mundial ha redundado en una gran movilidad de capitales, los cuales pueden beneficiar a países como el nuestro, debido a que vienen a complementar al ahorro interno y, por lo tanto, constituyen una fuente adicional de recursos disponibles para financiar la inversión productiva.
Para extraer el máximo beneficio posible de estos flujos de capital, se hace necesario que la economía guatemalteca ofrezca una irrestricta convertibilidad monetaria, ya que esto facilita la diversificación de portafolio y reduce los costos de transacción para todos los agentes económicos. Estas condiciones quedan garantizadas, tanto con la nueva Ley Monetaria, como con la ya vigente Ley de Libre Negociación de Divisas.
La vigencia de las leyes mencionadas es una condición necesaria pero no suficiente para garantizar la solidez del sistema financiero, ya que se requiere, asimismo, de estabilidad y disciplina macroeconómica para que la intermediación financiera opere con eficiencia y eficacia.
Es importante puntualizar que la disciplina macroeconómica redunda en estabilidad de precios, la cual es fundamental para alcanzar una mejor asignación de los escasos recursos económicos, pues facilita las decisiones de ahorro e inversión debido a que elimina, en gran parte, los efectos perniciosos de la incertidumbre.
Estas consideraciones ilustran la importancia de contar con la nueva Ley Orgánica del Banco de Guatemala. La parte medular de esta ley está diseñada para fortalecer la autonomía del banco central y le permitirá utilizar en forma más eficiente y eficaz sus instrumentos de control monetario, lo que evitará que la política monetaria incurra en inconsistencias en su actuación que pongan en riesgo su credibilidad. Es importante recalcar que la nueva Ley Orgánica del Banco de Guatemala fortalece su autonomía operativa, en concordancia con los preceptos constitucionales, pues le confiere al banco central un adecuado grado de discrecionalidad, para alcanzar su objetivo fundamental de propiciar la estabilidad en el nivel de precios, sin crear distorsiones en otros sectores distintos al monetario.
La nueva Ley Orgánica, asimismo, promueve la transparencia y rendición de cuentas de la gestión monetaria a través de normar la obligatoriedad de informar al público sobre la evolución y resultados de la política monetaria, así como el deber del presidente del banco central de rendir informe sobre su actuación con relación al cumplimiento de su objetivo fundamental, dos veces al año, al Congreso de la República, depositario de la voluntad del pueblo. Esto es de crucial importancia para afectar positivamente las expectativas de los agentes económicos.
Como es sabido, las expectativas tienen una gran importancia en la economía moderna, ya que el público incorpora toda la información disponible en sus decisiones de inversión, ahorro y consumo, por lo que la credibilidad y transparencia de la política monetaria coadyuvará a reducir la incertidumbre y, de esa forma, creará un ambiente macroeconómico mucho más propicio para aumentar el crecimiento económico.
Como puede apreciarse, las leyes que cobran vigencia a la media noche de hoy, constituyen una reforma integral y armónica del sistema financiero nacional que permitirá al país fortalecer y modernizar la supervisión bancaria, en congruencia con las mejores prácticas y estándares internacionales, lo cual no sólo protegerá y fomentará el ahorro nacional sino que redundará en la atracción de flujos financieros al país. Esto debe generar mayor estabilidad, solidez, solvencia y liquidez del sistema financiero nacional.
Además, Guatemala contará con una política monetaria de primer orden destinada a controlar la inflación y, de esta forma, coadyuvar a la creación de un ambiente macroeconómico que redunde en mayores y mejores tasas de crecimiento económico, que sustenten el desarrollo económico integral de nuestra nación.
El conjunto de leyes financieras configura una reforma radical (es decir, que va hasta las raíces de todo lo relativo a los mecanismos de la circulación del dinero y el crédito) como la que pocas veces se produce en la historia de las naciones. Comparables, quizá, fueron los procesos de reforma financiera ya mencionados, en 1926, durante el gobierno del General José María Orellana, y en 1946, durante el gobierno del Doctor Juan José Arévalo. Durante el primero se constituyó el Quetzal como moneda nacional y se sentaron los cimientos para el funcionamiento de un sistema bancario dirigido por el banco central. Durante el segundo, se fundó el Banco de Guatemala y se adecuó el sistema monetario a los estándares que la comunidad internacional adoptó en la posguerra mundial. Ambas reformas del siglo pasado, al igual que la nueva reforma que nos regirá a partir de mañana, requirieron de un laborioso proceso de diseño, discusión y aprobación legal, que demandó el esfuerzo patriótico de los distintos actores involucrados a nivel político, técnico, nacional e internacional, cuyo resultado fue, en ambos momentos de nuestra Historia, fundamental para mejorar el funcionamiento de nuestra economía y, consecuentemente, el bienestar de todos los guatemaltecos.
Hoy los hemos invitado con dos propósitos: uno, celebrar la culminación de un esfuerzo nacional de trascendencia histórica; y dos, para agradecer y reconocer, como Presidente del Banco de Guatemala y de la Junta Monetaria, y como ciudadano guatemalteco, a todos aquellos que hicieron posible la elaboración y aprobación de las leyes que mañana cobran vigencia; en especial a los honorables Diputados del Congreso de la República, al Organismo Ejecutivo, a los miembros de Junta Monetaria, y a los expertos internacionales por su valioso aporte y, a los técnicos del Banco de Guatemala y de la Superintendencia de Bancos, por su tesonero trabajo durante este largo pero fructífero proceso.
Ahora, al agradecer infinitamente el habernos conferido el honor de su presencia, deseo pedirles que levantemos nuestras copas y que brindemos por nuestro renovado sistema de banca central, y porque su desempeño contribuya al progreso y bienestar de todos los guatemaltecos.
Muchas gracias.