II. ESTRATEGIA DE POLÍTICA
La Propuesta de Política Monetaria, Cambiaria y Crediticia para 1999 tiene, pues, el propósito estratégico de propiciar las condiciones monetarias y financieras que permitan recuperar la confianza de los actores económicos en la moneda nacional. Para el efecto, resulta pertinente enfocar acciones en, al menos, cinco aspectos que, desde un punto de vista cualitativo, son fundamentales para el logro de ese propósito estratégico.
La preservación del poder adquisitivo del quetzal es fundamental para fortalecer la confianza de los guatemaltecos en la moneda nacional. Al enfatizar que la estabilidad monetaria es el objetivo primordial del banco central, se reconoce que el aporte de éste al crecimiento económico se da por medio de la creación y mantenimiento de las condiciones fundamentales para reducir y de ser posible eliminar la inflación.
Conviene tener presente que la inflación es en el largo plazo, un fenómeno exclusivamente monetario: es el resultado de un exceso de oferta de dinero con respecto al valor monetario de la demanda de bienes y servicios. Es por ello indispensable dar certeza a los mercados en el sentido de que existe una política monetaria prudente que vela por mantener el equilibrio entre la oferta y la demanda agregadas y, con el fin de impedir el brote de presiones inflacionarias.
La sociedad debe estar convencida de que el objetivo prioritario del banco central continúa siendo el de abatir la inflación generada por factores monetarios, ya que ello, tal como se señaló, es una condición necesaria (aunque no suficiente) para propiciar el crecimiento económico sostenido. Para el efecto, sería conveniente anunciar no solo la meta de inflación para el año siguiente, sino comprometerse con una meta de inflación de mediano plazo y dirigir la política monetaria hacia su logro representa el principal aporte de la política monetaria para propiciar esas condiciones, en donde los mercados de bienes, de crédito y de factores puedan funcionar eficientemente a fin de generar empleo, ahorro y mejores niveles de vida.
Es preciso reiterar y enfatizar que la consecución del objetivo de abatir la inflación no significa en forma alguna relegar a un segundo plano el crecimiento económico, el aumento del empleo y la recuperación del salario real. Por el contrario, la baja de la inflación no es el fin último, sino uno de los elementos sin los cuales es más difícil lograr el desarrollo económico y social.
Para ello, es fundamental tener presente que, la inflación constituye un poderoso factor contractivo en la economía, ya que da lugar a tasas de interés elevadas. En efecto, mayores niveles de inflación, inducen mayores niveles de tasas de interés, ya que los ahorrantes requieren compensación por la pérdida que sufre el valor real del capital que dan en préstamo, y los inversionistas requieren una compensación por el riesgo que la inflación representa para sus operaciones.
En contraposición, el abatimiento de la inflación obra a favor de la producción y del salario real. La razón es que la reducción de la inflación, al inducir la baja de las tasas de interés y promover el ahorro interno, estimula la inversión en planta y equipo, lo cual genera más demanda de mano de obra y da lugar a incrementos en la productividad del trabajo. Además, al consolidarse en, el transcurso del tiempo, un grado sustancial de estabilidad de precios, es factible la aparición de financiamientos a largo plazo a tasas de interés fijas, lo que favorece la inversión en vivienda y la industria. Adicionalmente, una menor volatilidad de precios implica una menor volatilidad de las tasas de interés reales, lo que facilita la evaluación de los costos y beneficios de los proyectos de inversión, fomentando así los mismos. Por último, pero no menos importante, la distribución del ingreso mejora con la estabilidad, ya que desaparecen los regresivos efectos redistributivos de la inflación.
La relación causa-efecto que existe entre una inflación elevada y un menor crecimiento económico, mayor desempleo y disminuciones en los salarios reales, es la que da sustento a la afirmación de que es mediante la aplicación de una política monetaria conducente a la estabilidad de precios, como un banco central puede contribuir más eficazmente al desarrollo económico.
Los vencimientos de títulos del gobierno central y del Banco de Guatemala desde 1997, fueron reflejándose en aumentos sustanciales de la liquidez de los bancos del sistema. Estos excedentes de encaje, aunados a la existencia de un método de cálculo del mismo que permite a los bancos desencajarse durante períodos prolongados (siempre que su posición promedio de encaje en cada mes calendario sea, por lo menos, igual a cero), produjeron distorsiones en el mercado de dinero de corto plazo que se evidenciaron en la volatilidad que mostraron las tasas de interés de dicho mercado. De hecho, el manejo de su liquidez por parte de los bancos se convirtió en el factor fundamental que determina las fluctuaciones en el nivel de la misma y sus consiguientes efectos distorsionantes sobre la tasa de interés de corto plazo y sobre el tipo de cambio.
Si bien tales distorsiones son, por su naturaleza, temporales, su recurrencia introduce un factor de incertidumbre a las decisiones de los actores económicos, misma que es preciso revertir para fortalecer la confianza en la moneda nacional. Lo anterior conlleva la aplicación de mecanismos específicos para enfrentar problemas de muy corto plazo, que sean efectivos, no distorsionantes y, al mismo tiempo, compatibles con los demás instrumentos de política monetaria, así como con el objetivo central de ésta.
La escasa colocación de valores del gobierno y del banco central no sólo significó, como se ha indicado, la inyección de recursos líquidos excedentes a la economía, sino que, al mismo tiempo, fue agotando paulatinamente las opciones de inversión financiera de los guatemaltecos. Lo anterior fue un factor fundamental para que éstos buscaran alternativas de inversión expresadas en moneda extranjera, lo que minó en cierta medida la demanda de quetzales en la economía.
Por ello es importante que, una vez surgida la necesidad de esterilizar excedentes de emisión monetaria que pueda redundar en una pérdida adicional de la confianza en el quetzal, se recurra preferentemente a la colocación de títulos expresados en quetzales, con lo cual no sólo se estaría aplicando una política de neutralización de liquidez, sino que se estaría restituyendo un mercado que representa una opción válida de inversión para los guatemaltecos, vis á vis otros instrumentos de inversión expresados en moneda extranjera.
El apoyo que en los últimos años recibió la política monetaria por parte del gobierno central ha sido fundamental para reducir los costos de dicha política y avanzar en la solución definitiva del problema monetario estructural. Dicha solución radica en el apoyo que, en términos monetarios, las finanzas públicas aporten al banco central, a fin de que éste pueda reducir sus pasivos monetizantes y, con ellos, la monetización de origen inorgánico.
Además de procurar la continuación de esa cooperación, la política monetaria debe fortalecer su coordinación con las decisiones de caja que adopten el gobierno central y las principales empresas y entidades del sector público (particularmente el IGSS). Dadas las magnitudes monetarias involucradas en tales decisiones, es menester que las mismas se produzcan en los momentos y cantidades lo más acordes posible con las necesidades de liquidez de la economía, de acuerdo con el programa monetario. De lo contrario se estarían introduciendo distorsiones al mercado que podrían poner en peligro el control de las variables monetarias y, por ende, el logro de las metas trazadas.
No debe olvidarse que, dada la situación actual de las fuentes de creación y contracción de liquidez en la economía, si el gobierno central mantuviera invariable su nivel de depósitos en el Banco de Guatemala y las entidades públicas (entre las que destaca el IGSS) mantuvieran invariables sus inversiones en depósitos a plazo en dicho banco, las únicas fuentes importantes de emisión monetaria provendrían de las pérdidas operativas generadas por el costo de funcionamiento y de política del banco central. Por lo tanto, en la medida en que las variaciones en los depósitos del gobierno central y en las inversiones de las entidades públicas se realicen, a lo largo del año, en consonancia con las necesidades de liquidez previstas en el programa monetario, en esa medida se facilitará el logro de los objetivos de la política monetaria.
- ENFATIZAR EL COMPROMISO DE PROPICIAR UNA INFLACIÓN BAJA
- MODERAR LA VOLATILIDAD DE LOS MERCADOS FINANCIEROS DE CORTO PLAZO
- AMPLIAR LAS OPCIONES DE INVERSIÓN REVITALIZANDO EL MERCADO DE TÍTULOS NACIONALES
- MANTENER LA COORDINACIÓN CON LAS POLÍTICAS FINANCIERAS DEL SECTOR PÚBLICO
- FORTALECER LA CONFIANZA DEL PÚBLICO EN EL SISTEMA FINANCIERO NACIONAL
La recuperación de la confianza en el quetzal está en función del fortalecimiento patrimonial y administrativo de los bancos del sistema. La existencia de un sistema bancario y financiero robusto es fundamental para que el logro del objetivo de estabilidad de precios sea sostenible en el mediano plazo. En efecto, el sistema bancario es el principal canal de transmisión de las señales de política monetaria, por lo que la implementación efectiva de dicha política requiere que el sistema bancario esté en capacidad de contraer o expandir su balance agregado en respuesta a las medidas de política monetaria, sin afectar la eficiencia de la intermediación financiera o la confianza de los depositantes. Por el contrario, un sistema bancario deficiente afecta los instrumentos y los resultados de la política monetaria, así como la habilidad de las autoridades de formular y dirigir dicha política.
La existencia de un sistema bancario sano y sólido no sólo es una condición para el éxito de la política monetaria sino que, en sí misma, puede ser un objetivo válido de la política económica en general. Esto es así porque un sistema bancario débil puede constreñir la efectividad de las políticas macroeconómicas en general, no sólo por su relación estrecha con la política monetaria, sino también por sus eventuales implicaciones sobre la política fiscal y sus vínculos con el sector externo. Con respecto a esto último, merece especial atención el hecho de que los bancos facilitan los movimientos internacionales de capital y contribuyen a la integración de los mercados financieros internacionales. Dado el papel central que juegan los sistemas bancarios, la percepción que tengan los agentes económicos acerca de la solidez y solvencia de dichos sistemas puede afectar los flujos de capital.
La mejora en la eficiencia de la intermediación financiera depende de la habilidad de las instituciones para mejorar e innovar su desempeño. Para ello es necesario fortalecer la capacidad de gestión y propiciar el redimensionamiento de los intermediarios financieros, así como eliminar las distorsiones y obstáculos institucionales y reglamentarios que impiden una más eficiente administración de las unidades productoras del sistema financiero.
Asimismo, la normativa legal y reglamentaria de la intermediación financiera debe propiciar la solidez del sistema, estableciendo incentivos de mercado que fomenten una prudente gestión de las unidades productoras y un marco de reglamentación y supervisión a la altura de las normas internacionales. Un enfoque preventivo debe permitir al ente supervisor anticipar, prevenir y actuar oportunamente con el fin de corregir situaciones que puedan poner en riesgo la liquidez, solvencia y solidez del sistema.